Como todos los Domingos publicamos una crónica hecha llegar a nuestro medio por, por Christian Rodrigo Nuñez La Rosa, Cronista y recopilador de Historias. para Putaendo Informa.
La literatura es muy prolífica con casos como estos
Cuando niños más de alguna vez escuchamos alguna historia que nos erizo la piel, con miedo a quedarnos solos en la noche o simplemente no nos dejaba dormir. Pero ¿qué hay de cierto detrás de estas leyendas ?, ¿tendremos antecedentes palpables de tales relatos?
Oreste Plath gran historiador y recopilador de nuestra cultura tradicional, en uno de sus libros de leyendas nos entrega un mito de nuestra ciudad conocida como la pirca del diablo. “En Putaendo, antiguamente se levantaba una pirca en la calle principal, junto a la cual se reunían los hombres a jugar a los dados. En las noches llegaba hasta la pirca un hombre a caballo y todo vestido de negro. Venía justo a la medianoche y destruía la pirca, pero al día siguiente ésta volvía a aparecer. El hombre de negro era el condenado, que venía saber cuántas almas había ganado en el día”. La calle principal ¿cuál sería? ¿Comercio?, ¿San Martín?, ¿Bulnes?, nadie sabe.
En el verano del año 1992 el cura párroco René Benavides Rives, perteneciente al movimiento de renovación carismática, organizo un retiro espiritual en las cercanías de Putaendo, en esa época el sacerdote tenía 30 años y recuerda los hechos de la siguiente manera. “Eran cerca de las 14 horas cuando junto a unas 50 personas aproximadamente nos disponíamos a celebrar una misa, en ese instante hago la señal de la cruz y alcance a decir a la gente: bueno pidamos perdón al señor por nuestros pecados, cuando escucho un alarido muy fuerte al final del parrón donde estábamos”, luego continua su relato diciendo, “una mujer de unos 50 años había caído de espalda al piso, golpeándose y gritando con fuertes alaridos que parecían los de un animal, me sorprendí y solo atine a decirles a los presentes que nadie se retirara y que todos nos pusiéramos a orar”.
Aun sin saber lo que realmente ocurría el presbítero solicita lo siguiente, “me recuerdo que pedí a un grupo de hombres que tomarán a la señora y la llevarán a una pieza al interior de la casa para que las demás personas no se asustaran”, “ellos mismos sujetaron y amarraron a la mujer a la cama ya que ella saltaba, gritaba y botaba espuma por la boca”.
Para Benavides esta primera experiencia frente al “enemigo” como llama al demonio, fue aterradora, “ver como la mujer cambiaba su tono de voz, era un sonido profundo, ronco, como de un hombre, un verdadero rugido”. A continuación, el cura se puso de rodillas junto a la cama de la poseída para comenzar con el ritual, “Sin hablar, yo tenía un crucifijo en la mano y le decía al demonio increpándolo, en el nombre de cristo te ordeno que salgas de esta mujer, porque ella es hija de Dios, ha sido redimida y salvada por la sangre de cristo, de modo que yo te ordeno que te retires, vete al infierno de donde saliste”. Todo ello contraviniendo a la orden de la Iglesia, quien solicita se realice un permiso especial para realizar este tipo de ceremonias y generalmente por personas capacitadas para ello, ya que expulsar al demonio del cuerpo de una persona no es nada fácil.
Al finalizar la primera envestida de rezos y suplicas en contra del maligno la respuesta no se dejó esperar por mucho tiempo, la mujer se puso frente al exorcista y lanzo un sonido “gutural” diciendo simplemente “no” dejando a todos impávidos a los presentes en esa sala. “Era una voz espantosa, que nunca voy a olvidar”. Esa tarde junto al padre se encontraba una mujer proveniente de San Felipe quien textualmente le dice al sacerdote “oiga padrecito, yo ando trayendo agua bendita de Lourdes”, esta llego a poder del exorcista quien comenzó a empapar con el líquido a la mujer tendida, quien con profundos y desgarradores gritos profería blasfemias, groserías de tipo sexual y algunas otras palabras que no se lograban entender. Mientras la mujer recibía el agua bendita en su cuerpo, de su boca seguían saliendo gritos de desesperación, “No me quemas”, “no lo hagas”, “de nada sirve”, esto entre todos los rezos de los que estaban allí y que continuaban orando sin cesar.
El padre Benavides recuerda con mucho detalle la última etapa del exorcismo relatándolo así, “y con la autoridad, por el ministerio sacerdotal y pascual de cristo, es decir, su muerte, pasión y resurrección, que fue lo que venció a su enemigo, te ato a Jesucristo y te ordeno que regreses al infierno de donde saliste”, luego terminado este procedimiento el sacerdote le otorgó el sacramento de la unción de los enfermos a la mujer poseída, quien finalmente después de esta larga y tortuosa ceremonia dio un gran alarido expulsando definitivamente a belcebú de su cuerpo, quedando en un estado de relajo y cansancio físico tremendo.
Posteriormente y cuando ya todo estaba en calma, el sacerdote se reunió a solas con la mujer exorcizada, quien le confesó que había realizado un pacto con el diablo con el fin de salvar un negocio particular que poseía y el cual le daba muy buenos recaudos económicos, pero que estaba a punto de perder, para esto ofreció su alma al desdichado si lo ayudaba con el problema, coincidentemente el problema se solucionó, vino la prosperidad económica y el malévolo vino a cobrar su factura pendiente.
Otro caso es el de Claudio Vicuña, quien tiene un denominador común con lo relatado anteriormente, el bien material. Del sector de Placilla de Peñuelas en Valparaíso, Vicuña consolido una posición económica muy buena en la época de la guerra civil que enfrento a compatriotas en el año 1891. El pacto con el indeseable fue cerrado nombrando los seis nombres “Ven preséntate, Satanás, Asmodeo, Belcebú, Demonio, Lucifer, Leviatán”. El plazo pactado fue 50 años, luego del cual su alma pasaría al demandante.
Al poco tiempo comenzó a donar terrenos para la Iglesia, comenzó a ir a misa diariamente, y a construir capilla en sus fundos. Poco antes del plazo fatal se mudó secretamente desde su fundo de Casablanca a Placilla, en el camino visito una pequeña capilla en la cual encontró ya muy de edad al párroco que había bautizado a sus hijos, a él fue quien le confeso su pacto y que pronto estaba por expirar, le solicito que lo ayudara, que la noche en la cual su alma pasara al demonio fuese velado con rezos en nombre de Dios, que salvara su alma del coludo. La noche pactada, en la oscuridad se presentó el anciano Padre, con una sonrisa lo saludo y de inmediato pasaron al ritual, con sus hábitos religiosos puestos, en la casa patronal comenzó con sus oraciones frente al lecho, una cama dispuesta en una de las habitaciones alumbrada solamente con una vela, nada hacía atemorizar al sacerdote, ni los alaridos de los perros, las visiones o fantasmas que se podrían presentar. Claudio Vicuña se durmió plácidamente escuchando los rezos en latín que salían de esa suave y armónica voz del anciano. A la mañana siguiente los inquilinos encontraron el cuerpo de su patrón sobre la cama inerte, ya sin vida, con una mirada perdida en su rostro y el ceño fruncido. Del padre ningún rastro, no se había despedido al retirarse, posteriormente la familia con el tiempo quiso averiguar del cura para poder darle las gracias por su ayuda, el Obispado les informo que dicho sacerdote había fallecido hace ya muchos años en una región inhóspita, casi inaccesible del Brasil.
Martin Busca Vilanova llego procedente desde España a fines del siglo XIX, un inmigrante como muchos otros que llego con lo que se conoce como “una mano delante y a otra atrás”, para ejemplificar de mejor manera la forma en la cual arribo a nuestro país, sin nada material a cuestas y solo con la esperanza de hacerse la América al principal puerto de Sudamérica en esa fecha. Durante mucho tiempo se desempeñó en diferentes oficios de manera muy honrada, nunca se le vio involucrado en nada que fuese turbio ni menos tirando las manos. De un día para otro Martín encontró la prosperidad, querido por sus conocidos por su forma de ser, a pesar de poseer mucho dinero fue un gran benefactor para todo ellos. Entre sus obras se destacan abrir caminos cerro arriba para que no solo pasaran los burros, instalo agua potable y luz eléctrica, empedró calles, nunca se olvidó de los pobres porque fue uno de ellos, dio trabajo, un sueldo digno y respeto por los más necesitados, un verdadero benefactor para la comunidad, por eso fue muy querido por sus vecinos y amigos que siempre podían contar con él.
A mediados del siglo XX Busca ya era un anciano y su tiempo se acababa, faltaba muy poco para que Belcebú pasara a cobrar la parte de su contrato. El gran hombre para los pobres de la época confidencio su verdad a sus más cercanos, a penas su cuerpo tocara el piso después de muerto su alma se iría directo al infierno. Ante esto urdió su plan maestro, mando a construir un mausoleo único en el mundo, algo inédito hasta la época y con la cual en infeliz nunca podría llevar su alma.
En el Cementerio número tres de Playa Ancha en Valparaíso se encuentra la segunda tumba más visitada por los turistas, en ella se observa una cripta oval antisísmica para resistir el peor terremoto, en el medio se encuentra una gran caja de cemento que es sostenida a treinta centímetros del suelo por cuatro patas de una bestia con seis dedos cada una , levantándola como si fuera una mesa de centro, la loza que sostiene estas patas están hechas de cemento, además de granito, siendo aun así imposible tocar el piso porque se debe bajar un par de escalones para estar a ras de suelo. Los turistas quedan impávidos al ver este mausoleo demasiado grande para una sola persona, un sarcófago que está a la vista de todos, el que le doblo la misma mano al demonio, dejando sin efecto el trato maldito.
En Casablanca Don Manuel aún recuerda a quien fuese su patrón, “el llego por acá en el año 1942, de inmediato se hizo amigo de todos los lugareños, la gente lo quería mucho, era una muy buena persona, muy amable y generoso”, continua diciendo, “ Era un hombre muy bondadoso y siempre estaba ayudando a las demás personas. Siempre entregaba dinero para que las familias pudieran trabajar la tierra y así después vender sus productos, nadie nunca hablo mal de él sino todo lo contrario”.
Del supuesto pacto con el demonio su ex inquilino contesta así, “yo creo que sí, algo raro tenía con el diablo, acá se contaban muchas cosas, muchas historias, por ejemplo mi padre y muchos otros habitantes del sector veían como desde el cerro bajaba una carroza tirada por grandes corceles negros, en ella se decía venia el diablo a buscar a Don Martín”.
Muchos otros datos se pueden contar respecto al tema, por ejemplo la desaparición inexplicable de su hermana que llego al país junto con él y que no se tiene registro ni de su muerte ni de su salida del país. Se cuenta además que posee otras tumbas alrededor del mundo completamente vacías para burlar y despistar a su acreedor. En el peregrinaje constante a su mausoleo, se pueden observar siempre monedas depositadas sobre él con el fin de ir pagando de apoco la deuda con el miserable o cruces invertidas dibujadas, que dan indicios de algunos ritos satánicos realizados en el lugar.
Nos vemos la próxima semana.