Como todos los Domingos publicamos una crónica hecha llegar a nuestro medio por, por Christian Rodrigo Nuñez La Rosa, Cronista y recopilador de Historias. para Putaendo Informa.

LA HISTORIA DEL PRIMER ASESINO EN SERIE DE NUESTRO PAÍS, FUE FUSILADO Y HASTA EL DÍA DE HOY SU TUMBA ES VISITADA POR MILES DE PERSONAS. LA APASIONANTE VIDA DE EMILE DUBOIS, EL SANTO DE LAS PROSTITUTAS Y LOS TAXISTAS.

Es muy difícil pensar en Valparaíso sin el personaje de Emile Dubois Lacroix, alguien que despierta fascinación a tal punto de que se han escrito muchos libros, gravado documentales y obras de teatro en torno a su personalidad, además de no ser menos la gran cantidad de personas que visitan en el cementerio su animita pidiéndole algún favor. Aquí contaremos su historia.

Se trata de Emile Dubois, seudónimo que utilizaba en Chile el francés Luis Brihier Lacroix (“la cruz”, en español), quien nació en 1868 en Francia.

Desde muy joven demostró su difícil carácter, siempre inmiscuido en problemas que lo llevaron a muy temprana edad a cometer su primer crimen. Su víctima tenía perforado el corazón y su cuerpo puesto en posición de una perfecta cruz, de este hecho fue que adopto su apellido ficticio como Lacroix.

Para huir de la justicia viaja a América, recorre varios países y en Colombia conoce al amor de su vida, no exento de polémica ya que forma un trio amoroso con quien será su futura esposa y una amiga de ella, sin lugar a dudas algo muy progresista para la época. Luego viajan los tres rumbo a Perú donde nuevamente asesinan ahora a un Ingeniero en Minas, después de invitar a la víctima a una orgia, le dan de beber hasta dejarlo inconsciente y colocar nuevamente su cuerpo en forma de cruz le asesta una puñalada en el corazón para posteriormente entre los tres descuartizar el cuerpo.

Emile huye rumbo a Antofagasta mientras sus cómplices son detenidas, ellas sin delatarlo salen en libertad por falta de méritos. El francés gasta casi todo el dinero robado a su víctima y decide viajar más al sur al prospero puerto de Valparaíso, una ciudad cosmopolita que lo deja maravillado. La ciudad puerto era pujante debido a que, al no existir el canal de panamá, todos los barcos recalaban en sus costas para reabastecerse y seguir su paso hacia Europa, Valparaíso es el principal puerto de Sudamerica y convergen ciudadanos de todas las nacionalidades, además que su forma de anfiteatro que le dan el escenario perfecto para lo que él llamaba su obra perfecta, la de matar a los que oprimían al pueblo.

En el año 1905 Dubois viaja a Santiago y se pone en contacto con compatriotas franceses a quien se les presenta como un Ingeniero en Minas recién llegado al país. Pronto ingresa al entorno de las altas esferas de la sociedad por su forma muy delicada de hablar y su impecable forma de vestir, aunque en sus bolsillos no llevaba ni un peso. Así fue que entablo amistad con un exitoso comerciante francés llamado Ernesto Lafontaine. En una de sus visitas a la oficina de su nuevo amigo ve como guarda una gran cantidad de dinero en una caja fuerte, posteriormente regresa solicitándole ayuda económica para lo cual el comerciante francés no se niega y mientras da vueltas para abrir la caja fuerte le asesta dos tremendos garrotazos dándole muerte en forma inmediata.  Emile roba su dinero y algunas cosas personales de valor y escapa sin antes con un fosforo revisar sus ojos si realmente estaba muerto, además de dejar su cuerpo nuevamente en posición de una cruz. Al día siguiente Santiago amanece convulsionado por la muerte del comerciante, Emile se aflige e incluso asiste a su funeral demostrando sentimientos de dolor por tan irremediable perdida.

Para evitar sospechas regresa a su ciudad preferida Valparaíso, en el puerto confecciona un listado con las personas más acaudaladas del sector y comienza a vigilar su actuar. Es así que se hace amigo del comerciante de origen Británico Reinaldo Tillmann, ingresa a su oficina por la noche y escondido espera que llegue para luego de sorpresa asestarle una certera puñalada en el corazón. Al día siguiente nuevamente se mescla entre la multitud curiosa que se congregaba en la oficina del británico, ingresa a dar las condolencias a la familia y asistiendo a su funeral, claro está, nadie podría dudar de tan dignísimo y elegante señor extranjero.

Las andanzas del francés siguieron en el puerto, ahora sería el turno de un empresario alemán, Gustavo Titius a quien le quitaría la vida, de la misma manera anterior se hace de la confianza del comerciante, estudia sus movimientos y en la noche lo visita para darle muerte, desaparece raudo sin antes dejar su marca indeleble, la posición del cuerpo en forma de cruz. Al día siguiente y como ya es rutina asiste muy conmovido al funeral de la víctima.

La sicosis colectiva se apodera del puerto, el diario el mercurio ocupa grandes paginas para hablar del asesino en serie y hace la comparación con su símil Ingles “Jack el destripador”, poco a poco la vida nocturna se va apoderando de miedo y solo se sale en grupo por las oscuras calles del viejo puerto.

El 4 de abril de 1906 asesinaría a su última víctima, el comerciante y compatriota suyo, el Francés Isidoro Challe, este crimen al igual que los anteriores fue muy estudiado, cada movimiento que realizaba el comerciante ya lo tenía asimilado. Nuevamente en la noche ahora llegando a su hogar es asesinado con puñaladas en su corazón, este asesinato también sirvió para vengar la afrenta que le significo las palabras dichas por el comerciante cuando su nuevo amigo le fue a solicitar dinero prestado, “da vergüenza que un hombre como usted, joven, robusto, con buenos brazos para trabajar, venga a pedir limosna”.

El fin de sus andanzas llego cuando quiso terminar con la vida del dentista estadounidense Charles Davies, este profesional tenía su consulta en la plaza Aníbal Pinto, bajo el mismo modus operandí quiso asesinar al dentista, pero este opuso tenas resistencia logrando que el asesino hullera por las calles del puerto, dando gritos alerto a los policías municipales quienes le dieron captura acabando con la carrera delictual del francés.

Durante su juicio alego inocencia, aunque en la población se hizo famosa la versión de que Dubois solo mataba a extranjeros, la mayoría de ellos eran usureros y de origen judío, lo cual le valió el cariño y aprecio del pueblo que se identificó con él, simplemente por creer que ayudaba a los pobres robándole a los ricos, de allí que nace el mito del Robín Hood porteño. 

Finalmente es condenado a muerte y solo espera que el presidente Pedro Montt le pueda dar el indulto a la pena de muerte, pero esta nunca llega. Pedro Montt exclamaría “este francés se muere en chile “, lo cual paradójicamente el francés respondería “yo me moriré en chile, pero él se morirá en el Extranjero” lo cual se cumplió.

El día de su fusilamiento muchas casas del puerto amanecieron con banderas negras en señal de luto, antes de la ejecución como último deseo pidió fumarse un puro y el dar las ordenes de disparo y sin su vista vendada, quería presenciar su propia muerte. “soldados apuntad bien en el corazón”.

Sus restos fueron enterrados en el cementerio número 3 de Playa Ancha, los primeros en visitarlo fueron sus amigos de la noche, los mismos que con el compartían, los cocheros que los trasladaban y las prostitutas con quien compartía. Algunas de ellas le comenzaron a pedir favores y que intercedieran desde su nueva vida, para muchas él les cumplió, apareciendo las primeras placas con el “gracias Emile por los favores concedidos”, desde ese momento su popularidad se acrecentó siendo miles las personas que lo han visitado y muchas las muestras de cariño por los milagros realizados, sus restos fueron posteriormente depositados en un fosa común, pero una animita en el sector más antiguo del cementerio acumula las placas recordatorias. El santo de los taxistas y las prostitutas no los defrauda, por lo menos así se reflejan en los carteles.

Nos vemos la próxima semana.