Señor Director

A propósito de los últimos acontecimientos relacionados con Minera Vizcachitas Holding, me permito hacer llegar a usted la siguiente reflexión.

La utilización de donaciones revestidas de una buena intención, aprovechando, ahora, la pandemia, en el futuro un incendio, terremoto u otra desgracia, son la demostración de una estrategia de posicionamiento añeja, errática y con escaso impacto positivo en las comunidades.

El último episodio de Vizcachitas Holding, de burdo lavado de imagen, entregando kit de sanitización a organizaciones locales, es patético. No solo por instrumentalizar a instituciones como Carabineros de Chile y el CESFAM de Putaendo, sino que, más grave aún, es que de acuerdo a lo declarado por los propios involucrados, no sabían el origen de la donación. Ahora, la famosa fotografía de los medios es testimonio de un “consentimiento” que todo indica que nunca existió.

¿Cuál es el sentido entonces de jugar al límite, de mantener una relación conflictuada con las comunidades y seguir introduciendo cuñas en el tejido social de Putaendo? La estrategia es simple: trasladar el conflicto ambiental a un escenario en donde no se hable del tema de fondo, que es la destrucción del medio ambiente, sino de la polarización entre los que están a favor o en contra de la instalación de la gran minería del cobre en el valle de Putaendo.

Los efectos de esta estrategia ya son conocidos en nuestro país: recriminaciones mutuas, desconfianza y aumento de la violencia, mientras la empresa minera sigue el rumbo trazado hacia su único objetivo: realizar los 350 sondajes y viabilizar su proyecto extractivista. No es de extrañar que esta compañía minera pida disculpas nuevamente, al igual como lo hizo en el pasado cuando intentaron engañar a la opinión pública indicando que el Alcalde y sus asesores habían tenido acceso a información técnica del proyecto minero, cuando aquello nunca ocurrió.

Instalar comunicacionalmente verdades que no son o aprovechar temas sensibles como la pandemia para hacerse “más queridos”, les puede dar resultado en ciertos sectores de la población, que con razón se preguntan: “¿Qué tiene de malo recibir una donación, si es en beneficio de alguien que lo necesita?” Evidentemente, creo, que nada tiene de malo recibir algo cuando se necesita ayuda, el tema central y más preocupante es preguntarnos cuál es o será el costo de aquello o quiénes realmente ganan con este tipo de beneficencia encubierta.

En definitiva, ante este tipo de acciones solo nos queda mantener la unidad e impedir con todas nuestra fuerzas que la gran minería destruya nuestra naturaleza y nuestro tejido social.

Mauricio Quiroz Chamorro.