Reportaje: Universidad de Valparaíso Chile

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Fue en 2015 cuando un grupo de personas interesadas en levantar información sobre la diversidad de plantas ubicadas en Putaendo fundaron Flor del Valle de Putaendo, un proyecto local autogestionado que no ha contado con estos estudios por parte de otros centros de estudios que se ubican cerca de la zona. En este proceso, sus integrantes cuentan que no ha habido interés por explorar este sector del Aconcagua, que además se encuentra actualmente amenazado por megaproyectos mineros y energéticos.

Es en este contexto que, durante un paseo familiar ocurrido en agosto de 2020, el biólogo e integrante del proyecto, Áron Cádiz, divisó en el Estero Los Ángeles una planta que no había visto antes. En ese momento pudo identificar que se trataba de una rareza botánica, o una especie nueva por completo. Luego de una investigación sobre su morfología y datos bibliográficos comprobó que se trataba de esta última situación: se trataba de una flor perteneciente a la especie de amarilidáceas, familia a la que también pertenecen los ajos y las cebollas, pero única en Chile y ubicada en una sola localidad, hasta el momento.

Además, la planta pertenece al género Miersia, especie endémica de la zona central de Chile y con cinco variedades presentes en los valles. Se caracteriza por tener seis estépalos y posee dos apéndices florales que en su punta tiene dientes y una mancha, estructura típica de las orquídeas, y sus estambres forman un tubo estaminal con forma de joroba; todas características únicas de esta especie y que fueron determinantes para descubrir que era una especie nueva.

Junto con esto, quizás su categoría más interesante es que, debido a su baja presencia y la amenaza que enfrenta la población, está catalogada como una especie en peligro de extinción. Cádiz explicó que debido al bajo número presente de esta flor en el Valle de Putaendo, bastarían eventos muy puntuales que amenazarían su sobrevivencia.

Para proteger la especie es que Cádiz ingresó una solicitud de clasificación de especies, ficha que incorpora estos antecedentes basados en criterios internacionales, lo que podría permitir que se catalogue oficialmente como en “peligro crítico de extinción”.

El biólogo, que además es investigador asociado al Jardín Botánico, explicó que esta acción administrativa es clave para contar con argumentos que delimiten futuras políticas públicas para la protección de su hábitat, como la denominación del valle como Santuario de la Naturaleza.

Indicó que actualmente se está tramitando una Ley de Áreas Silvestres Protegidas, que incorpora incluso espacios privados, situación actual del Valle de Putaendo, lo que facilitaría y fortalecería la protección de esta y otras especies de la flora y fauna del sector. En ese sentido, el investigador apuntó a que existen amplias posibilidades de seguir encontrando especies endémicas, pero que corren el peligro de desaparecer antes de que eso ocurra.

El proceso de clasificación de especies según categoría de conservación es el número 19, que concluyó recientemente, a lo que luego pasará por una comisión que evaluará los antecedentes para determinar la categoría. Luego de eso, se promulgará una ley que considera esta categoría de conservación, lo que afecta directamente en los estudios de impactos ambientales de grandes obras y proyectos, trámite crucial para cuestionar, en el caso del Valle de Putaendo, la instalación de torres de alta tensión al servicio de megaproyectos mineros o energéticos.

Cádiz manifestó que este es un primer paso que consiste en levantar más información sobre especies en el Valle de Putaendo, a lo que luego apuntan a fortalecer la educación ambiental para socializar estos descubrimientos y la conversación necesaria de las plantas y especies emplazadas en la zona.

En caso de haber un resultado positivo a favor de la declaratoria en peligro de extinción de esta planta, el encargado de levantar las alertas sería el Servicio de Evaluación Ambiental a cargo del Ministerio de Medio Ambiente para proyectos nuevos, junto a la Superintendencia de Medio Ambiente para la fiscalización de proyectos en marcha. Aquí también será vital el rol de CONAF, quienes dan los permisos ambientales sectoriales para ocupar un terreno con especies nativas en caso de que los permisos lo sustenten.