Como todos los Domingos publicamos una crónica hecha llegar a nuestro medio por, por Christian Rodrigo Nuñez La Rosa, Cronista y recopilador de Historias. para Putaendo Informa.

BORRACHO CONSUETUDINARIO Y SU CLAN COMIERON CARNE HUMANA

El 18 de febrero de 1973 caminaba por el sector del Mapocho en la capital, Dagoberto Riveros, un cartonero de 40 años sordo y tartamudo, que junto a su hija buscaba cosas de valor entre la basura, su esfuerzo se vio recompensado cuando entremedio de algunos cartones encontró un paquete que en el interior tenía un presunto pernil, inmediatamente le solicito a su hija que lo llevara a su casa y le dijera a su esposa que le preparara unos sándwiches, luego se fue a departir con unos compañeros de juergas a consumir vino, al rato llega su hija con el encargo y comparte los bocadillos con los presentes, el ají le da un toque especial para poder afirmar la “guatita” y seguir con la buena conversación y los tragos. Mientras tanto la señora del cartonero intenta vender el resto de la carne a una vecina, esta duda por el aspecto que tiene el supuesto pernil, la gran cantidad de pelos que se observaban no le parecen normal, la vecina convence a la mujer de que juntas acudan a la policía porque sospecha que fuera carne humana, nuevamente la madre manda en forma urgente a su hija para advertir a su padre de que no consumiera tan apetitoso bocado que con tanto cariño le había preparado, pero era demasiado tarde, ya no quedaban ni las migas, obviamente los presente solo lograron espantar su borrachera.

Mientras tanto en el mismo día en el sector de Quilicura lugareños encontraron un torso de un individuo de sexo masculino, la policía rápidamente unió ambos casos y lo paso a denominar el caso del descuartizado de Quilicura, la prensa siguió con mucho entusiasmo el caso, la sociedad Santiaguina vivía una psicosis colectiva por la posibilidad de que las carnicerías vendieran carne humana, los vecinos acusaban a los carniceros del barrio de vender camuflada entre la carne de Vacuno y equino, muchas veces la autoridad tuvo que intervenir dichos locales por las denuncias pero la gran mayoría de esas acusaciones eran infundadas, claro está que se encontraban con casos especiales como lo consigna el vespertino La Segunda quien en su titular dice “ No era de carne Humana, era de simple perro” ante la denuncia por un caso de unas longanizas sospechosas.

El día 3 de marzo y ante la pestilencia insoportable, vecinos de la calle Matucana alertaron a Carabineros, quienes ingresaron al departamento encontrando el cadáver de la Española María del Carmen Fernández de 43 años de edad, esta se encontraba en la tina del baño, desnuda y con la cabeza destrozada a golpes. En el closet, los sabuesos encontraron ropas de su marido él Español Mariano Salazar Díaz de 45 años, tela que coincidía con la del descuartizado.  No cabía duda de la identidad del cercenado cuerpo, sin embargo, al equipo médico se surgió una duda, ya que el torso contaba con una cicatriz por una operación, mientras que el Español había sido intervenido quirúrgicamente en 2 ocasiones, además tras los exámenes se arrojó que el individuo en cuestión estaba en evidente estado de ebriedad al borde del coma etílico.

La investigación se centró en la victima y no en el victimario ya que surgieron una serie de interrogantes, el asesinado vendió todos sus bienes con el fin de abandonar el país, era conocido por poseer varios negocios y propiedades además de dedicarse al contrabando de divisas y televisores, algo muy escaso en los últimos meses del Gobierno de la unidad popular.

La hipótesis concluyo que el español fingió su asesinato, buscó a alguien de similares características físicas, le puso su ropa, lo embriago y lo asesino para que se pensara que era él. Después habría asesinado a su esposa y habría abandonado el país con identidad falsa. Nunca se pudo encontrar al culpable del asesinato, en mitad de la década de los 2000 familiares quisieron exhumar el cuerpo para realizar la identificación, pero dicha diligencia quedo en nada, este es uno de los casos no resueltos de la justicia chilena. De los borrachos solo se supo que no quisieron comer carne por un largo tiempo.